La redención en la cruz: tiene sangre y tiene carne
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La redención en la cruz: tiene sangre y tiene carne
La redención en la cruz es uno de los pilares fundamentales del cristianismo. La biblia nos enseña que Jesucristo murió en la cruz para salvar a la humanidad de sus pecados y ofrecernos la vida eterna. Esta enseñanza es fundamental para todos los creyentes, ya que nos recuerda el sacrificio supremo que Jesús hizo por nosotros.
En el libro de Hebreos 9:22 se nos recuerda que «sin derramamiento de sangre no hay perdón». Esto nos habla de la importancia de la sangre de Jesucristo en nuestra redención. A través de su sacrificio en la cruz, Jesús derramó su sangre para lavar nuestros pecados y ofrecernos la salvación. Como dice en Efesios 1:7: «En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados según las riquezas de su gracia».
La importancia de la carne en la redención
Pero la redención en la cruz no solo tiene que ver con la sangre de Jesucristo, sino también con su carne. En Juan 6:51, Jesús nos dice: «Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, que yo daré para la vida del mundo». En este pasaje, Jesús nos enseña que su carne es el alimento espiritual que nos da vida eterna.
En la última cena, Jesús instituyó la Eucaristía como un recordatorio de su sacrificio en la cruz. Como dice en Mateo 26:26-28: «Mientras comían, Jesús tomó pan, y bendijo, lo partió y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados».
La cruz como símbolo de redención
La cruz se ha convertido en el símbolo universal de la redención cristiana. A través de la cruz, recordamos el sacrificio de Jesucristo por nosotros y la salvación que nos ofrece. Como dice en 1 Pedro 1:18-19: «sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación».
En la cruz vemos el amor incondicional de Dios por la humanidad, que estuvo dispuesto a sacrificar a su propio Hijo para salvarnos. Como dice en Juan 3:16: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna».
La redención en la cruz y nuestra respuesta
La redención en la cruz nos llama a responder con gratitud y compromiso. Como dice en Romanos 12:1-2: «Os ruego pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que podáis probar cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta».
Nuestra respuesta a la redención en la cruz debe ser vivir de acuerdo con los principios del Evangelio, amar a nuestro prójimo y proclamar la buena nueva a todas las naciones. Como dice en Mateo 28:19-20: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado».»
La redención en la cruz es un regalo de Dios para la humanidad, que nos ofrece la salvación y la vida eterna a través del sacrificio de Jesucristo. Que podamos vivir siempre agradecidos por este regalo y comprometidos a llevar el mensaje de redención a todos los rincones del mundo. ¡Gloria a Dios por su amor incondicional! ¡Amén!